El precio de posponer la agenda sostenible se paga con la salud de toda la sociedad

por Erasmo Carlos Battistella

La transición de una matriz energética basada en combustibles fósiles a una que utiliza biocombustibles avanzados tiene un componente de análisis de costos totalmente falso o absolutamente mal realizado.

La transición de una matriz energética basada en combustibles fósiles a una que utiliza biocombustibles avanzados tiene un componente de análisis de costos totalmente falso o absolutamente mal realizado.

No tengo ninguna duda de que estamos comparando la piña con el banano, ya que los biocombustibles no son combustibles.

¿Extraño? Explico, pero primero me gustaría destacar el siguiente escenario.

Ya he tratado en otros artículos de este blog cómo la crisis pandémica, que aún continúa, ha despertado una nueva conciencia en la sociedad sobre el tema del desarrollo sostenible. Veo esto como una oportunidad para transformar las buenas intenciones en acciones concretas.

Y los beneficios económicos se contabilizarán claramente a medio y largo plazo.

Estos beneficios fueron nombrados en economía. Se trata de “externalidades”, un concepto que considera los efectos sociales, económicos y ambientales provocados indirectamente por una decisión sobre quienes no participaron en ella.

Es la diferencia entre costos privados y costos sociales o entre ganancias privadas y ganancias sociales. Las externalidades pueden ser positivas o negativas para la sociedad.

La contaminación del aire de un vehículo es un ejemplo de externalidad negativa. Los costos de esta contaminación del aire no son compensados ​​por ningún productor o consumidor del vehículo.

En todo el mundo, el aumento continuo de las enfermedades crónicas y los factores de riesgo relacionados con los malos hábitos y la exposición a la contaminación ha creado el telón de fondo para el impresionante número de muertes durante la pandemia Covid-19.

«La mayoría de estos factores de riesgo se pueden prevenir y tratar, y combatirlos traerá enormes beneficios sociales y económicos», dijo Christopher Murray, líder del Global Disease Burden Study (GBD).

Direcciones opuestas

Cuando consideramos la inversión en biocombustibles avanzados, las externalidades hacen que el diesel fósil y el diesel verde sean elementos absolutamente distintos con impactos diametralmente opuestos.

Y aquí vuelvo a mi observación inicial: el biocombustible no es combustible porque permite la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), reduce la contaminación en las ciudades y reduce la dependencia del país de las importaciones de petróleo.

Siempre que nos enfrentamos a la necesidad de adoptar una nueva tecnología o un producto que represente un avance para la construcción de una matriz energética más limpia, nos enfrentamos a argumentos del costo que implica esta tradición.

La pregunta debe ser otra: ¿cuál sería el costo de no adoptar biocombustibles?

Imagínese hoy un mundo sin biocombustibles, ¿cómo estaríamos? Imagínense entonces las consecuencias de un mundo sin biocombustibles en el futuro. ¿Qué estamos poniendo en riesgo?

Son estas externalidades las que plantean la cuestión de cuánto debería costar el biocombustible. No podemos comparar, no es ni más caro ni más barato que el combustible actual.

Son productos diferentes y, dependiendo de la materia prima a utilizar, la generación de gases de efecto invernadero es negativa, con captura de CO2 de la atmósfera. Estamos hablando de un poderoso instrumento, que involucra una cadena completa para construir un proceso de desarrollo sostenible que beneficie a la sociedad en su conjunto.

La agenda de sustentabilidad es una solución a la crisis ambiental que vivimos, en lugar de representar un aumento de costos.

En este escenario, el debate está contaminado por los gerentes de negocio que deben planificar a largo plazo, pero se les cobra por los resultados inmediatos. Aunque percibimos claramente un creciente compromiso con el tema climático, las empresas aún no están al ritmo necesario para que la transición se produzca rápidamente.

La pandemia ha fortalecido la conciencia del cambio, un enfoque especial en el tema ambiental, un enfoque en la adopción de energía sostenible y la presión de la nueva generación por un mundo más sostenible.

Si la sostenibilidad está en la agenda, las estrategias y compromisos no se reflejan directamente en la práctica organizacional. Tenemos un discurso más alineado, pero decisiones que reflejan propósitos a corto plazo.

¿Qué estamos dispuestos a invertir en este proceso de establecimiento de una agenda sostenible?

Si la presión sobre los costes es mayor en épocas de recesión como la que estamos viviendo, es innegable que hay cada vez más volúmenes de recursos que se destinan a inversiones sostenibles.

En esta pandemia encontramos que las “externalidades” no son elementos abstractos y ajenos a las hojas de cálculo de costos. Nos damos cuenta de que los impactos de lo que hacemos a corto plazo afectan a todos con un precio a pagar por toda la sociedad.
Es necesario extender la mirada a este horizonte más amplio.

Que esta nueva mentalidad contagie a la nueva generación de directivos de empresas a nivel mundial y que nuestros hijos puedan beneficiarse de esta visión del futuro que nace ahora.

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1 comentario

Júlio valente Júnior 31 de octubre de 2020 - 20:17

Esse o desafio a ser perseguido com determinação

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