Durante más de 20 años he luchado para transformar un sueño en un emprendimiento con un propósito claro: mejorar el planeta en el que vivimos. Para reflexionar sobre lo que ya he construido y hacia dónde aún quiero llegar, hace dos semanas comencé una nueva caminata. Partí de Saint Jean Pied de Port, en Francia, hacia la ciudad de Santiago de Compostela, en España, una de las rutas de peregrinación más antiguas y desafiantes del viejo continente.
Dejé atrás la intensa rutina de ejecutivo en Brasil para sumergirme de nuevo en mi esencia, en los valores que me han guiado durante mi trayectoria hasta aqui. Ya he recorrido más de 350 kilómetros del camino, en un entorno de humedad, niebla, frío, terrenos escarpados, plantaciones y edificios históricos. En lugar de la vida agitada, solo el silencio y las observaciones que acompañan cada paso de la larga jornada hacia un objetivo de vida.
El dolor y el esfuerzo físico van de la mano con una mirada hacia dentro, una inmersión retrospectiva que muchas veces no logramos hacer porque somos arrastrados por la corriente de las decisiones del día a día. Recordé mi infancia, las largas caminatas en el interior de Rio Grande do Sul, en mi ciudad natal, Itatiba do Sul.
Aquí soy un observador atento de esta tierra y de este pueblo, que tanto influyó en nuestra historia en Brasil. Una tierra marcada por conflictos, grandes guerras, avances y retrocesos políticos. Y necesitamos aprender de ellos, potenciar las cosas buenas y avanzar en lo que necesita ser mejorado en Brasil y en el mundo.
Cuando piso estas ciudades de Pamplona, Logroño, Burgos, siento una conexión inmediata y pienso en el planeta que queremos dejar para las futuras generaciones. Reducir los impactos ambientales es uno de nuestros mayores desafíos, sin fronteras, porque el planeta es uno solo.
Cómo crear un futuro sostenible para todos, en todos los lugares, es la respuesta que he perseguido toda mi vida.
Mi trayectoria está intrínsecamente ligada al desarrollo de los biocombustibles en Brasil. Aquí comprendemos la urgencia de estimular este desarrollo como una solución a corto plazo para enfrentar el calentamiento global. La reciente tragedia climática en Rio Grande do Sul y en otros lugares del planeta no nos permite esperar.
En el medio de la jornada, mi mayor aprendizaje es que ¡nadie camina el camino solo! Y así fortalezco mi propósito en la transición energética. Y la fuerza de la creencia de que este será el mayor legado que se dejará a las futuras generaciones, para mi familia y mis hijas, que están aquí conmigo en pensamiento.
¡Seguimos caminando y aprendiendo con la fuerza de Dios y de Santiago!