Después de 800 kilómetros recorridos en 28 días de jornada, completé mi caminata y llegué a Santiago de Compostela. Fue un día especial para mí porque terminé el llamado Camino Francés. Fue un período de mucha reflexión.
La reflexión espiritual fue un punto importante en la caminata. Soy católico y respeto todas las religiones. Tener este tiempo extra con Dios me hizo mucho bien.
Después de vivir esta experiencia, en primer lugar, quería agradecer a mi familia. Parte de esta caminata se debió a la importancia que tienen en mi vida. Mi esposa Luciana, mis hijas Paola, Rafaela, Helena e Isadora.
¡Ustedes son muy importantes para mí!
Quiero hacer un agradecimiento especial al Dr. Nério Azambuja Junior, amigo y compañero de caminata, quien me ayudó mucho al registrar en video y fotos los detalles de esta jornada.
Comenzamos una caminata con un objetivo y mucha determinación, pero sin tener claro los desafíos que el camino nos presentaría. En la espalda, una mochila de experiencias, las banderas de Brasil y de Rio Grande do Sul, y el propósito de construir un mundo mejor para las futuras generaciones.
Este será mi legado.
La dirección que adopté como guía en mi vida para cumplir mis metas es la de la transición energética, creando y ofreciendo oportunidades de energía limpia para descarbonizar el planeta, nuestra Tierra.
Caminando por la naturaleza, pasando por ciudades históricas, busqué recargar mis fuerzas con mucha energía positiva y reflexión.
Al igual que en la vida personal y profesional, hubo días buenos y días muy desafiantes. Estoy feliz de poder reafirmar mis compromisos y regresar a Brasil con aún más determinación para alcanzar las metas que nos propusimos en favor del desarrollo sostenible.
Con este objetivo, pensé diariamente en las personas que trabajan conmigo, a quienes también quiero agradecer especialmente. El día de la llegada, durante la Misa del Peregrino, recé mucho por todos y por sus familias, que son la base de nuestras vidas.
Como reconocí en cada celebración de la caminata y, en especial, en las misas a las que asistí, el mensaje más importante que recibí es que el camino nunca termina. Continúa por toda la vida. En él, buscamos hacer el bien, sin importar a quién.
No puedo dejar de hacer una conexión con mi trabajo y la larga caminata que tenemos por delante para la transición energética y la descarbonización. No termina, pero cada paso dado va en la dirección de hacer el bien para la humanidad.
Más que nunca, quiero dejar aquí el mensaje que más escuché en estos 28 días: Con la gracia de Dios y la bendición de Santiago, ¡un «Buen Camino» para todos nosotros!